Laura Velasco – Otura
El mes de las flores, mayo, ha dado comienzo. Un mes que llega un año más junto a una de las fiestas más tradicionales de Granada, el día de la Cruz.

Cruz de ‘Los Pastores’
La fiesta de la Cruz empezó siendo una celebración pagana, un evento en el que se festejaba la llegada de la primavera. Una nueva estación a la que daban la bienvenida decorando palos con flores.
Más tarde los cristianos adoptaron esta tradición y empezaron a decorar cruces con flores. Un festejo que se celebra el 3 de mayo, día en el que según los historiadores fue encontrada la cruz en la que fue crucificado Jesús.
En Granada la primera Cruz de Mayo data del año 1625. Una cruz que se situó en el barrio de San Lázaro y que fue decorada con claveles rojos y blancos.
Otura ha contado durante este fin de semana con un total de diez cruces que han participado en el concurso celebrado por el Ayuntamiento. Cruces en las que no han faltado los utensilios de cobre, las macetas, los claveles o el correspondiente ‘pero’.
La cruz ganadora de este año ha sido la de ‘Los Pastores’. Una cruz realizada un año más por algunos vecinos de la Calle Real. Una tradición que no han querido perderse desde hace 25 años.
Una cruz que ha apostado por la innovación y que ha sustituido los claveles por una decoración en la que priman los motivos geométricos y una granada al centro.
El segundo premio de este año ha ido a parar a la Asociación de la Tercera Edad Virgen de la Paz. Una cruz hecha con los tradicionales claveles rojos y blancos. Una cruz en la que ha destacado el sonido del agua producido por la preciosa fuente que la acompañaba.

Cruz de la Asociación de la Tercera Edad Virgen de la Paz
La medalla de bronce de este concurso ha sido para la Asociación Deportiva y Cultural de Otura. Una cruz de mayo en la que también han primado los claveles rojos y en la que la pared ha sido cubierta por mantones.

Cruz Asociación Deportiva y Cultural de Otura
Una fiesta en la que los otureños y visitantes han recorrido el pueblo disfrutando de esta celebración en la que no han faltado las saladillas, las habas o las sevillanas.